Un día el Presidente paseaba por una de las avenidas de la capital, y de pronto escucha:
- ¡Que se muera el Presidente!
Este mira a todo lados y en una ventana ve a un loro y decide llamar a la puerta, abre una señora y este disgustado le dice:
- Mañana pasaré y espero que el loro no diga lo mismo.
La señora preocupada va donde el sacerdote y canjea su loro con el del sacerdote.
Al día siguiente, nuevamente el Presidente pasa por la casa y ve que el loro no hablaba nada y enojado le dice al loro:
- ¿No vas a decir que se muera el Presidente?
Y el loro le contesta:
- ¡Que se muera el Presidente!
Este mira a todo lados y en una ventana ve a un loro y decide llamar a la puerta, abre una señora y este disgustado le dice:
- Mañana pasaré y espero que el loro no diga lo mismo.
La señora preocupada va donde el sacerdote y canjea su loro con el del sacerdote.
Al día siguiente, nuevamente el Presidente pasa por la casa y ve que el loro no hablaba nada y enojado le dice al loro:
- ¿No vas a decir que se muera el Presidente?
Y el loro le contesta:
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